UNA ALABANZA DEL ALMA
BENDICE, alma mía a Jehová, bendiga todo mi ser su santo nombre. Bendice, alma mía a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Salmo 103: 1-2
¿Acaso podríamos olvidar los beneficios que nos da nuestro Padre Celestial?
Al igual que David reconoció que el Señor era el único que perdonaba todas sus iniquidades, quien sanaba su vida, quien le rescataba en medio de las circunstancias difíciles y quien le colmaba y coronaba de favores y misericordias cada mañana, así también debes reconocer en tu vida Sus beneficios.
Todo tu ser: espíritu, alma y cuerpo dispuesto a bendecir Su nombre. David reconocía la necesidad de tener siempre una constante alabanza desde su interior, sabía que su alma necesitaba darle a Dios el reconocimiento de Su Grandeza y tu alma no es tan diferente a la de David. Que tu alma pueda elevar siempre palabras de gratitud y alabanzas hacia Dios y que nunca olvides ninguno de sus beneficios.