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 Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)

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MensajeTema: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 6:34 pm

Las
Hordas Infernales Están Marchando





Éste es un sueño y
visión global que recibí a principios de 1995. Evidentemente es
alegórico, como son la mayoría de los sueños y visiones. He intentado
ser fiel a lo que realmente vi y experimenté.

I

El Ejército Maligno


Vi un ejército demoníaco tan grande que se extendía mas allá del
horizonte. Estaba organizado en divisiones, cada una portando un
estandarte diferente. Las principales divisiones y las más poderosas
eran Orgullo, Justicia Propia, Favoritismos, Ambición Egoísta, y Juicio
Injusto, pero la más grande de todas era Celos. El líder de este inmenso
ejército era el Acusador de los Hermanos. Supe que había muchas
divisiones malignas más allá del alcance de mi vista, pero éstos eran la
vanguardia de esta horda terrible del infierno, que ahora estaba
desatándose contra la iglesia.

Las armas usadas por esta horda tenían nombres: las espadas se
denominaban Intimidación; las lanzas se llamaban Alevosía; y sus flechas
se llamaron Acusaciones, Chismes, Calumnias y Críticas. Los
exploradores y las compañías más pequeñas de demonios con nombres como
Rechazo, Amargura, Impaciencia, Rencor y Lujuria, fueron enviadas al
frente de este ejército para preparar el ataque principal. Supe en mi
corazón que la iglesia nunca había enfrentado antes algo así.

La misión principal de este ejército era causar división. Fue enviado
para atacar cada nivel de las relaciones entre iglesias, congregaciones
con sus pastores, maridos y esposas, hijos y padres, e incluso los hijos
entre sí. Los exploradores fueron enviados para localizar las grietas
en iglesias, familias o individuos, para provocar rechazo, amargura,
lujuria, etc., para hacerlas explotar y producir una grieta más grande
para que pasaran las divisiones del ejército que estaba llegando.

¡La parte más impactante de esta visión fue que esta horda no estaba
montada en caballos, sino en Cristianos! La mayoría estaban bien
vestidos, eran respetables, y tenían apariencia de ser refinados y
educados. Éstos eran cristianos que se habían abierto a los poderes de
la oscuridad a tal grado que el enemigo podía usarlos y ellos pensarían
que servían a Dios. El Acusador sabe que una casa dividida no puede
permanecer de pie, y este ejército representa su último intento para
traer una división completa a la iglesia, para que caiga completamente
de la gracia.



II

Los Prisioneros


Estas primeras divisiones arrastraban detrás de sí a una inmensa
multitud de otros cristianos que eran prisioneros de este ejército.
Estaban todos heridos, y eran custodiados por pequeños demonios de
Miedo. En el ejército, parecía haber más prisioneros que demonios.
Sorprendentemente, estos prisioneros aún tenían sus espadas y escudos,
pero no los usaban. Era impresionante ver que tantos fuesen mantenidos
cautivos por unos pocos demonios pequeños de Miedo. Éstos podían ser
destruidos fácilmente o rechazados si simplemente los prisioneros usaran
sus armas.

Sobre los prisioneros el cielo estaba negro, lleno de buitres llamados
Depresión. Éstos se posaban sobre los hombros de los prisioneros y
vomitaban encima de ellos. El vómito era Condenación. Cuando el vómito
daba a algún prisionero, éste se ponía de pie y marchaba un poco recto
durante algún tiempo, y después caía, aún más débil que antes. De nuevo,
me pregunté por qué los prisioneros no mataban a estos buitres con sus
espadas, podrían haberlo hecho fácilmente.

De vez en cuando un prisionero débil tropezaba y se caía. En cuanto él o
ella se desplomaban al suelo, los otros prisioneros comenzaban a
apuñalarlos con sus espadas y los ultrajaban al hacerlo. Entonces
llamaban a los buitres, para que comenzaran a devorar a los caídos
incluso antes de que estuvieran muertos.

Al mirar, comprendí que estos prisioneros pensaban que el vómito de
condenación era verdad de Dios. Entonces entendí lo que estos
prisioneros pensaban realmente, ¡que estaban marchando en el ejército de
Dios! Ésta es la razón por la cual no mataron a los pequeños demonios
de miedo, o los buitres, ¡pensaron que eran mensajeros de Dios! La
oscuridad que proyectaba la nube de buitres impidió a estos prisioneros
el darse cuenta de que aceptaban ingenuamente todo lo que les pasaba
como algo del Señor.

La única comida provista para estos prisioneros era el vómito de los
buitres. Aquéllos que se negaban a ingerirlo se debilitaban hasta
caerse. Aquéllos que lo comieron eran fortalecidos, pero con la fuerza
del maligno. Entonces comenzaban a vomitar sobre los demás. Cuando
alguien empezaba a hacer esto, se le entregaba a un demonio que estaba
esperando para cabalgar, y él o ella eran llevados a las divisiones
delanteras.

Aún peor que el vómito de los buitres era un limo repulsivo que estos
demonios estaban orinando y defecando sobre los cristianos que montaban.
Este limo era el orgullo, la ambición, egoísmo, etc., ésa era la
naturaleza de la escuadra de la que formaban parte. Sin embargo, este
limo hizo a los cristianos sentirse mucho mejor que la condenación,
creyeron fácilmente, que los demonios eran mensajeros de Dios, y
efectivamente pensaron que este limo era la unción del Espíritu Santo.

Entonces la voz del Señor vino a mí diciendo, “Éste es el principio del
ejército del enemigo del día final. Éste es el último engaño de Satanás,
y su último poder de destrucción, se desata cuando usa a Cristianos
para atacar a otros Cristianos. A lo largo de las edades ha usado este
ejército, pero nunca ha podido capturar a tantos para usarlos en sus
malignos propósitos. ¡No temas! Yo también tengo un ejército. Ahora
debes permanecer de pie y luchar, porque ya no hay ningún lugar donde
esconderse de esta guerra. Debes luchar por Mi Reino, la verdad, y por
aquéllos que han sido engañados.”

Había quedado tan asqueado e irritado por el ejército maligno, que
prefería morirme en vez de vivir en semejante mundo. Sin embargo, esta
palabra del Señor me animó tanto que empecé a gritar a los prisioneros
cristianos que estaban siendo engañados, pensando que me escucharían.
Cuando lo hice, pareció que todo el ejército se volvió a mirarme, pero
seguí gritando. Pensé que los cristianos iban a despertarse y comprender
lo que les estaba pasando, pero en cambio muchos comenzaron a sacar sus
flechas para dispararme. Los demás sólo vacilaron como si no supieran
qué hacer conmigo. Supe entonces que me había precipitado, y que había
cometido un terrible error.



III

Comienza La Batalla


Entonces me volví y vi el ejército del Señor de pie detrás de mí. Había
miles de soldados, pero todavía éramos ampliamente superados en número.
Sólo un pequeño grupo portaba su armadura completa, así que la mayoría
sólo estaban protegidos parcialmente. Un gran número de soldados ya
estaban heridos. La mayoría de los que todavía conservaban su armadura
completa tenían escudos muy pequeños, y supe que no los protegerían de
la matanza que estaba por llegar. La mayoría de estos soldados eran
mujeres y niños.

Detrás de este ejército había una chusma arrastrándose de la misma forma
que los prisioneros que seguían al ejército del mal, pero muy diferente
en su naturaleza. Parecían personas muy felices, y estaban jugando,
cantando, festejando y vagando de un campamento a otro. Me recordó la
atmósfera del festival Woodstock. Intenté alzar mi voz sobre el clamor y
advertirlos que no era el tiempo para esto, que la batalla estaba a
punto de comenzar, pero sólo algunos podían oír mi voz. Aquéllos que me
escucharon, me saludaron con “la señal de paz” y dijeron que no creían
en la guerra, y que el Señor no permitiría que nada malo les pasara.
Intenté explicar que el Señor nos había dado la armadura por una razón,
pero respondieron distraídamente que habían venido a un lugar de paz y
alegría donde nada les pasaría. Empecé a orar fervientemente para que el
Señor aumentara la fe (los escudos) de aquéllos con armadura, para
ayudarnos a proteger a los que no estaban listos para la batalla.

Un mensajero vino, me dio una trompeta y me dijo que la tocara
enseguida. Lo hice, y aquéllos que portaban por lo menos alguna parte de
su armadura inmediatamente respondieron y mostraron atención. Se trajo
para ellos más partes de armadura, qué se pusieron rápidamente. Noté que
los que estaban heridas no se pusieron la armadura sobre sus heridas,
pero antes de que yo pudiera decir algo, las flechas del enemigo
empezaron a llover sobre nosotros. Todos los que no llevaban puesta toda
su armadura eran heridos. Aquéllos que no habían cubierto sus heridas
fueron alcanzados de nuevo en el mismo sitio.

Los que fueron heridos por flechas de calumnia, inmediatamente empezaron
a calumniar a los que no estaban heridos. Los que fueron heridos con
chismes empezaron a chismear, y pronto una gran división se había creado
dentro de nuestro campamento. Entonces los buitres atacaron
descendiendo para atrapar a los heridos y llevarlos al campamento de
prisioneros. Los heridos todavía tenían espadas y fácilmente podían
golpear con violencia a los buitres, pero no lo hicieron. En realidad
fueron llevados de buena gana porque estaban muy enfadados con el resto
de nosotros.

La escena que tenía lugar en el campamento detrás de nuestro ejército
era aún peor. Allí parecía haber un caos total. Miles estaban echados en
tierra, heridos y gimiendo. Muchos de los que no estaban heridos sólo
se sentaban con una expresión en sus caras de estupor e incredulidad.
Los heridos y los que se sentaban en incredulidad eran llevados
rápidamente lejos por los buitres. Algunos estaban intentando ayudar a
los heridos, alejando a los buitres, pero los heridos estaban tan
enojados que amenazaban y ahuyentaban a los que intentaban ayudarlos.

Muchos de los que no estaban heridos simplemente huían tan rápido como
podían del lugar donde acontecía la batalla. Este primer encuentro con
el enemigo fue tan devastador que me sentí tentado de unirme a ellos en
su vuelo. Entonces, rápidamente, algunos de éstos soldados empezaron a
reaparecer con armaduras, y grandes escudos. El estupor mudó en
alegría. Comenzaron a ocupar los lugares de los caídos, e incluso
comenzaron a formar nuevas líneas para proteger la retaguardia y los
flancos. Éstos soldados nos infundieron gran valor, y todos decidimos
ponernos de pie y luchar hasta la muerte. Inmediatamente tres grandes
ángeles llamados Fe, Esperanza, y Amor vinieron y se posicionaron de pie
detrás de nosotros, entonces el escudo de todos empezó a crecer.



IV

El Camino Alto


Estábamos armados con espadas llamadas la Palabra de Dios, y flechas que
se denominaban con verdades bíblicas. Queríamos devolver los disparos,
pero no sabíamos cómo hacerlo sin alcanzar a los cristianos que eran
montados por los demonios. Entonces se nos ocurrió que si estos
cristianos eran golpeados con la verdad despertarían y lucharían contra
sus opresores. Disparé algunas flechas. Casi todas golpearon a los
cristianos. Sin embargo, cuando las flechas de la verdad les penetraban,
no se despertaron ni cayeron heridos, más bien se enfurecieron y el
demonio que los montaba creció mucho más. Esto asustó a todos, y
empezamos a sentir que ésta podía ser una batalla imposible de ganar,
pero con Fe, Esperanza y Amor estábamos seguros que por lo menos
podríamos defender nuestra posición. Apareció entonces otro ángel
llamado Sabiduría y colocándose detrás nuestro nos dirigió en la lucha.

En la montaña había salientes en distintos niveles tan altos como
alcanzaba la vista. A más altura los salientes se volvían más angostos, y
resultaba más difícil el permanecer de pie. Cada nivel recibía el
nombre de una verdad bíblica. Los niveles más bajos se llamaban por
verdades fundamentales como “la Salvación,” “la Santificación,” “la
Oración,” “la Fe,” etc., y los niveles más altos se nombraban por
verdades bíblicas más avanzadas. Mientras más alto subimos, más grandes
se volvían nuestros escudos, y nuestras espadas crecieron, y menos
flechas enemigas podían alcanzar esa posición.



V

Un Error Trágico


Algunos que se habían quedado en los niveles más bajos comenzaron a
recoger las flechas enemigas y a dispararlas de vuelta. Fue un trágico
error. Los demonios esquivaban las flechas con facilidad haciendo que
alcanzaran a los cristianos. Cuando un cristiano era golpeado por las
flechas de acusación o calumnia, un demonio de amargura o ira volaba
sobre él y se posaba sobre esa flecha. Entonces comenzaba a orinar y a
defecar su veneno sobre ese cristiano. Cuando un cristiano tenía dos o
tres de estos demonios agregados al Orgullo o la Justicia Propia, éste
comenzaba a transformarse a la imagen corrompida de los demonios.

Podíamos ver este acontecimiento desde los niveles más altos, pero en
los niveles más bajos, los que estaban usando las flechas del enemigo no
podían verlo. La mitad de nosotros decidió seguir subiendo, mientras la
otra mitad descendió atrás a los niveles más bajos, para explicar a los
que estaban allí lo que sucedía. Entonces todos fuimos advertidos de
que debíamos seguir subiendo y no detenernos, salvo algunos que se
asentaron en cada nivel para salvaguardar a los otros soldados que
subían más alto.



VI

Seguridad


Cuando alcanzamos el nivel llamado “La Unidad de los Hermanos,” ninguna
de las flechas del enemigo podía alcanzarnos. Muchos en nuestro
campamento decidieron que era hasta aquí donde necesitaban subir.
Entendí que con cada nuevo nivel el suelo era más inestable. Sin embargo
cuanto más alto subía, también me sentía mucho más fuerte y más hábil
en el manejo de mis armas, así que continué subiendo.

Pronto mis habilidades eran lo bastante buenas cómo para disparar y
acertar a los demonios sin dar a los cristianos. Sentía que si seguía
yendo más alto podría disparar bastante mas lejos para atinar a los
líderes de la horda maligna que se quedó en la retaguardia del ejército
enemigo. Me pesaba que muchos se habían detenido en los niveles más
bajos, donde estaban seguros pero no podían golpear al enemigo. Aun así,
la fuerza y carácter que crecieron en los que siguieron subiendo los
transformó en grandes guerreros, cada uno de los que conocí destruirían
a muchos del enemigo.

En cada nivel estaban las flechas de la Verdad esparcidas por el suelo,
supe que fueron dejadas por los que habían caído de esa posición. Todas
las flechas se denominaban por la Verdad de ese nivel. Algunos eran
reticentes a recoger estas flechas, pero supe que necesitábamos todo lo
que lográramos encontrar para destruir la gran horda de abajo. Recogí
una, disparé, y tan fácilmente acerté a un demonio, que los demás
empezaron a recogerlas y a dispararlas. Empezamos a diezmar algunas de
las divisiones enemigas. Debido a esto, todo el ejército del mal, fijó
su atención en nosotros. Durante un tiempo parecía que mientras más
derribábamos, surgían mas que se nos oponían. Aunque nuestra tarea
parecía interminable, se había vuelto alentadora.



VII

La Palabra es nuestra Ancla


Nuestras espadas crecían cuando alcanzábamos cada nivel. Casi relegué la
mía porque no parecía necesitarla en los niveles más altos. Decidí
finalmente que me había sido dada con un propósito, así que mejor la
guardé. La clavé en tierra y me así a ella mientras disparaba al
enemigo. La voz del Señor vino entonces a mí diciendo: “Has usado la
sabiduría que permitirá que sigas subiendo. Muchos se han caído porque
no usaron su espada adecuadamente para anclarse”. Nadie más parecía oír
esta voz, pero muchos vieron lo que yo había hecho e hicieron lo mismo.

Me pregunté por qué el Señor no me había hablado antes de que yo tomase
esta decisión. Entonces tuve un sentir de que de algún modo Él ya me lo
había dicho. Entonces percibí que durante toda mi vida había estado
entrenándome para esto. Estaba preparado en función de cómo había
escuchado al Señor y lo había obedecido a lo largo de mi vida. También
supe que por alguna razón la sabiduría y el entendimiento que tenía
ahora, no podía aumentarse o quitarse durante esta batalla. Me sentí
profundamente agradecido por cada prueba que había experimentado en mi
vida, y afligido por no haberlas apreciado más en ese momento.

Pronto estábamos acertando a los demonios con una precisión casi
perfecta. La rabia del ejército enemigo subió como fuego y azufre. Supe
que los cristianos atrapados en ese ejército estaban sintiendo ahora el
choque de esa rabia. Incapaces de alcanzarnos, ahora estaban
disparándose el uno al otro. Con sus flechas ineficaces ahora contra
nosotros, el enemigo envió a los buitres para atacar. Aquéllos que no
habían usado sus espadas como anclas, pudieron derribar a muchos de los
buitres, pero también estaban siendo derribados de los riscos donde
estaban de pie. Algunos de éstos aterrizaron en un nivel más bajo, pero
otros cayeron hasta el fondo y fueron atrapados y llevados por los
buitres.



VIII

Un Arma Nueva


Las flechas de la Verdad raramente traspasaban a los buitres, pero los
herían lo suficiente como para que retrocedieran. Cada vez que eran
repelidos algunos de nosotros subíamos al siguiente nivel. Cuando
alcanzamos el nivel llamado “Gálatas 2:20” * estábamos por encima de la
altitud en que los buitres podían volar. A este nivel el cielo casi nos
deslumbraba con su brillo y belleza. Sentí paz como nunca la había
sentido antes.

Anteriormente mucho de mi espíritu de lucha en realidad era motivado por
el odio y rencor hacia el enemigo así como por la causa del reino, la
verdad, y el amor por los prisioneros. Pero fue en este nivel que me
puse a la par con Fe, Esperanza, y Amor, qué anteriormente seguía de
lejos. En este nivel fui sobrecogido por el poder de ellos casi por su
gloria. Cuando me puse al corriente con ellos se volvieron a mí, y
comenzaron a reparar y pulir mi armadura. Pronto fue completamente
transformada y exudaba la gloria que estaba en ellos. Cuando tocaron mi
espada, grandes relámpagos comenzaron a relucir en ésta. Amor dijo
entonces, “Aquéllos que alcanzan este nivel se les confían los poderes
de la edad por venir, pero debo enseñarte cómo usarlos.”

El nivel “Gálatas 2:20” era tan ancho que ya no había ningún peligro de
caerse. Había también flechas ilimitadas con el nombre Esperanza escrito
en ellas. Disparamos algunas de estas apuntando abajo a los buitres, y
estas flechas los mataron fácilmente. La mitad de los que habían
alcanzado este nivel continúo disparando, mientras los otros comenzaron a
descender portando estas flechas para aquéllos que estaban en los
niveles más bajos.
* 20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo
de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.

Los buitres siguieron viniendo en oleadas a los niveles de debajo, pero
en cada oleada había menos que antes. Desde el nivel “Gálatas Dos
Veinte”, podíamos acertarle a cualquier integrante del ejército enemigo
excepto a los líderes, quiénes todavía estaban fuera de alcance.
Decidimos no usar las flechas de la Verdad hasta que hubiéramos
destruido a todos los buitres, porque la nube de depresión que crearon
hacía que la verdad fuera menos eficaz. Esto llevó mucho tiempo, pero
nosotros no desfallecíamos.

Fe, Esperanza y Amor, habían crecido como nuestras armas con cada nivel,
eran ahora tan grandes que sabía que podrían verlas las personas
alejadas más allá del campo de batalla. Su gloria incluso irradió en el
campamento de prisioneros, que aún estaban bajo una gran nube de
buitres. La alegría continuó creciendo en todos nosotros. Sentía que
estando en este ejército, en esta batalla, tenía que ser una de las más
grandes aventuras de todo los tiempos.

Después de destruir a la mayor parte de los buitres que habían estado
atacando a nuestra montaña, empezamos a disparar a los buitres que
habían cubierto a los prisioneros. Así que cuando la nube de oscuridad
comenzó a disiparse y el sol empezó a brillar sobre ellos, comenzaron a
despertarse como si hubieran estado en un sueño profundo. Se asquearon
inmediatamente de su condición, sobre todo por el vómito que todavía los
cubría, y empezaron a limpiarse. Cuando miraron a Fe, Esperanza y Amor,
vieron la montaña en que estábamos y comenzaron a correr hacia ella. La
horda mala arrojó una lluvia de flechas de acusación y calumnia sobre
ellos, pero no se detuvieron. Cuando llegaron a la montaña muchos tenían
una docena o más de flechas clavadas, pero parecían no darse cuenta. En
cuanto empezaron a escalar la montaña sus heridas empezaron a sanar.
Con la nube de depresión que se dispersaba parecía como si todo fuera
mucho más fácil.



IX

La Trampa


Los ex prisioneros tenían gran gozo en su salvación. Parecían tan
sobrecogidos por cada nivel, el empezar a escalar la montaña hizo que
apreciáramos mucho más esas verdades. Pronto una resolución feroz para
luchar contra el enemigo se levantó también en los ex prisioneros. Se
pusieron la armadura que recibieron, y rogaron que se les permitiera
volver atrás para atacar al enemigo. Recapacitamos sobre ello, pero
decidimos quedarnos en la montaña a luchar. De nuevo la voz del Señor
habló y dijo: “Por segunda ocasión has escogido con sabiduría. No puedes
ganar si intentas luchar contra el enemigo en su propia terreno, por
eso debes permanecer en Mi Monte Santo.”

Quedé aturdido porque habíamos tomado otra decisión de gran importancia
simplemente pensándolo y discutiéndolo brevemente. Decidí entonces
esforzarme para no tomar ninguna decisión sin oración. Sabiduría escaló
hacia mí rápido, me tomó de los hombros y me miró fijamente, y dijo:
“¡Escucha lo que debes hacer!” Noté entonces que, aunque había estado en
la ancha meseta de “Gálatas Dos Veinte,” me había acercado al mismo
borde incluso sin saberlo, y pude haberme caído fácilmente. Miré de
nuevo a los ojos de Sabiduría, y él dijo con suma seriedad, “Pon
atención cuando crees que permaneces firme, no sea que caigas. En esta
vida puedes caer de cualquier nivel.”



X

Las Serpientes


Durante mucho tiempo continuamos matando buitres y disparando a los
demonios que estaban montados sobre los cristianos. Nos dimos cuenta que
la Verdad que portaba cada flecha tenía un efecto diferente en cada
tipo de demonio. Supimos que iba a ser una larga batalla, pero ya no
teníamos bajas, ya habíamos pasado el nivel de “Paciencia”. Aun así, a
pesar de que estos cristianos estaban libres de los demonios, ya
derribados por los disparos, pocos venían a la montaña. Muchos habían
asumido la naturaleza de los demonios, y continuaban en su engaño aún
sin ellos. Al disiparse la oscuridad de los demonios pudimos ver la
tierra moviéndose alrededor de los pies de estos cristianos. Entonces vi
que sus piernas estaban apresadas por serpientes llamadas Vergüenza.

Disparamos flechas de la Verdad a las serpientes, pero tenían poco
efecto. Entonces probamos las flechas de Esperanza, pero sin resultado.
Desde “Gálatas Dos Veinte” era muy fácil ir más alto, así que nos
pusimos en marcha a los niveles más altos. Pronto pasamos por un jardín
que era el lugar más hermoso que haya visto nunca. Encima de la entrada
de este jardín estaba escrito, “El Amor Incondicional del Padre”. Era la
más gloriosa y atractiva puerta que había visto jamás, así que fuimos
compelidos a entrar. En cuanto lo hicimos, vimos el Árbol de la Vida en
el medio de este jardín. Todavía era defendido por ángeles de imponente
fuerza. Parecían como si hubieran estado esperándonos, así que tuvimos
el valor para pasarlos y caminar hacia el árbol. Uno de ellos dijo,
“Aquéllos que logran llegar a este nivel y que conocen el amor del Padre
pueden comer.”

No me había dado cuenta de lo hambriento que estaba. Cuando probé la
fruta, era mejor que ninguna cosa que haya saboreado alguna vez, pero
también de algún modo me era familiar. Me trajo recuerdos del brillo del
sol, lluvia, campos hermosos, la puesta del sol sobre el océano, pero
aún más que eso, de las personas que amo. Con cada bocado amé todo y a
todos aún más. Entonces mis enemigos empezaron a venir a la mente, y los
amé también. El sentimiento fue pronto mayor que cualquier cosa que
haya experimentado alguna vez, incluso la paz en “Gálatas Dos Veinte”.
Entonces oí la voz del Señor, y Él dijo, “Éste es ahora tu pan diario.
Nunca se te faltará, puedes comer mucho y tan a menudo como gustes. No
hay fin de Mi amor.”

Buscaba con la mirada en el árbol intentando ver de donde procedía la
voz, y vi que estaba lleno águilas de un blanco puro. Tenían los ojos
más hermosos y penetrantes que haya visto nunca. Estaban mirándome como
si esperaran instrucciones. Uno de los ángeles dijo, “Ellas llevarán a
cabo tu orden. Estas águilas comen serpientes”. Dije, “¡Vayan! Devoren
la vergüenza que ha atrapado a nuestros hermanos”. Abrieron sus alas y
vino un gran viento que las alzó en el aire. Estas águilas llenaron el
cielo de una gloria deslumbrante. Aun estando tan elevados, podía
escuchar los gritos de terror del campamento enemigo al ver que estas
águilas iban hacia ellos.

El Señor Jesús estaba de pie en medio de nosotros. Él tocó a cada uno,
entonces dijo, “Debo compartir ahora con vosotros lo que compartí con
sus hermanos después de mi ascensión, el mensaje de Mi Reino. El
ejército más poderoso del enemigo ha sido ahora puesto en retirada pero
no destruido. Ahora es el tiempo para que marchemos adelante con el
evangelio de Mi reino. Las águilas se han soltado e irán con nosotros.
Tomaremos flechas de cada nivel, pero Yo Soy vuestra Espada, y Yo Soy
vuestro Capitán. Es ahora tiempo para que la Espada del Señor sea
desenfundada.”

Me volví entonces y vi que todo el ejército del Señor estaba firme en
ese jardín. Había hombres, mujeres y niños de todas las razas y
naciones, cada uno portando sus estandartes ondeando por el viento con
unidad perfecta. Supe que nada así se había visto en la tierra antes.
Sabía que el enemigo tenía muchos más ejércitos, y fortalezas a lo largo
de la tierra, pero ninguno podría estar de pie ante este gran ejército.
Casi dije sin aliento, “Éste debe ser el día del Señor”. La toda la
hueste contestó entonces atronadoramente, “El día de Jehová de los
Ejércitos ha llegado.”

Estábamos firmes en el Jardín de Dios bajo el Árbol de la Vida. Parecía
que todo el ejército estaba allí arrodillado ante el Señor Jesús. Él nos
había dado simplemente el encargo de regresar a la batalla por causa de
nuestros hermanos que todavía estaban atados, por todo el mundo que Él
todavía amaba. Era una orden maravillosa y terrible. Era maravillosa
sólo porque procedía de Él. Era terrible porque implicaba que tendríamos
que dejar Su manifiesta presencia, y el Jardín que era más hermoso que
cualquier cosa antes vista por mí. Dejar todo esto para entrar en la
batalla parecía incomprensible.

El Señor continuó Su exhortación: “Les he dado dones espirituales,
poder, y un entendimiento creciente de Mi palabra y Mi reino, Pero el
arma más grande que ha sido dada a vosotros es el amor del Padre.
Mientras caminéis en el amor de mi Padre nunca fallareis. La fruta de
este árbol es el amor del Padre que se manifiesta en Mí. Este amor que
está en Mí debe ser vuestro pan diario.”

El Señor no era lo que nosotros podríamos considerar ser de una
apariencia notablemente bien parecida, su apariencia no se salía de lo
normal. Aun así, la gracia con la que se movía y hablaba le convertía en
la persona más extraordinaria que haya visto jamás. Él estaba más allá
de cualquier definición humana de dignidad y nobleza. Ninguna pintura
que hubiera buscado captar su parecido podría hacerlo jamás, pero de
algún modo la mayoría de ellas tienen cierta semblanza de Él. Empecé a
pensar, cómo Él es todo lo que el Padre ama y estima. Él está lleno de
gracia y verdad, al punto que parecía que nada más que la gracia y la
verdad deben importar en la vida.

Cuando comí el fruto del Árbol de la Vida, el pensamiento de todo lo
bueno que he conocido pareció inundar mi alma. Cuando Jesús habló
ocurrió lo mismo, sólo que magnificado. Yo nunca quise dejar este lugar.
Recordé cómo había pensado una vez que debía ser aburrido para los
ángeles, no hacer otra cosa que adorarlo ante el trono. Ahora sabía que
no había nada más maravilloso o estimulante que simplemente adorarle.
Ésa sería ciertamente el mejor lugar del cielo. Era duro pensar que yo
había luchado tanto contra el aburrimiento durante los servicios de
adoración. Ahora sabía que sólo era porque había estado completamente
alejado de la realidad durante esos momentos.



XI

Adorando en Espíritu y Verdad


Quedé abrumado con el deseo de remontarme en el tiempo y corregir esas
veces que durante el culto había permitido a mi mente vagar, o me había
ocupado con otras cosas. El deseo de expresar mi adoración a Él se hizo
casi incontrolable. ¡Tenía que alabarlo! Cuando abrí mi boca me
impresioné por la espontánea adoración que hizo erupción al mismo tiempo
en todo el ejército. Casi me había olvidado que alguien más estuviera
allí, pero estábamos todos en perfecta unidad. La gloriosa adoración no
podría expresarse en idioma humano.

Mientras adorábamos, una luz dorada empezó a emanar del Señor, luego
había plata alrededor del oro. Entonces los colores de una riqueza de
que nunca he visto con mis ojos naturales, nos envolvió a todos. Con
esta gloria entré en un ámbito de emoción que nunca había experimentado.
De algún modo, entendí que su gloria había estado allí desde el
principio, pero cuando nos enfocamos en Él de la manera que lo hicimos
en la adoración, empezamos a ver más de Su gloria. Cuanto más
intensamente adorábamos, Más gloria veíamos. Si éste era el cielo, era
mucho, mucho mejor de lo que había soñado nunca.



XII

Encontrando su Morada


No tengo idea de cuánto tiempo duró esta adoración. Pudieron ser meses,
no había ninguna manera de medir el tiempo en ese ámbito de gloria.
Durante un tiempo cerré los ojos porque la gloria que estaba viendo con
mi corazón era tan grande como la que veía con mis ojos físicos. Cuando
abrí los ojos quedé sorprendido al ver que el Señor ya no estaba allí,
pero una tropa de ángeles estaba de pie donde Él había estado. Uno de
ellos se acercó y dijo, “Cierra tus ojos de nuevo”. Cuando lo hice, vi
la gloria del Señor de nuevo y quedé muy aliviado.

Entonces el ángel explicó, “lo que ves con los ojos de tu corazón es más
real que lo qué ves con tus ojos físicos”. ¡Yo había predicado esto en
muchas ocasiones, pero cuan poco había caminado en ello! El ángel
continuó, “fue por esta razón que el Señor dijo a sus primeros
discípulos que era mejor que Él marchase para que así fuese enviado el
Espíritu Santo. El Señor mora dentro de ti. Has enseñado esto muchas
veces, pero ahora debes vivirlo, porque has comido del Árbol de la
Vida.”

Entonces el ángel empezó a llevarme de regreso a la puerta. Protesté
diciendo que no quería salir. Aparentemente sorprendido, el ángel me
tomó por los hombros y me miró a los ojos. Entonces lo reconocí como el
ángel Sabiduría. “Nunca tienes que dejar este jardín. Este jardín está
en tu corazón porque el Creador mismo está dentro de ti. Has deseado la
mejor parte, adorarle y sentarte para siempre en Su presencia, y nunca
te será quitada.”

Reconocí lo qué Sabiduría había dicho, y entonces miré más allá de él, a
la fruta del Árbol de la Vida. Tenía el irrefrenable impulso de agarrar
toda la que pudiera antes de salir. Conociendo mis pensamientos,
Sabiduría me sacudió suavemente. “No. Incluso esta fruta, recogida con
miedo, se pudrirá. Esta fruta y este árbol están dentro de ti porque Él
está en ti. Debes creerlo.”

Cerré los ojos, e intenté ver al Señor de nuevo pero no pude. Cuando
abrí los ojos Sabiduría todavía estaba mirándome fijamente. Con gran
paciencia continuó, “has saboreado una porción del reino celestial, y
nadie quiere regresar otra vez a la batalla después de esto. Nadie
quiere jamás dejar la presencia manifiesta del Señor. Cuando el apóstol
Pablo llegó aquí no dejó de desear durante toda su vida regresar,
decidió quedarse y trabajar para el Señor, aunque al volver aquí para
entrar en su herencia; su herencia fue magnificada entre más tiempo se
quedó. Ahora que tienes el corazón de un verdadero adorador siempre
querrás estar aquí, y siempre podrás regresar cada vez que entres en
verdadera adoración. Mientras más centrado estés en Él, mayor gloria
verás, sin importar donde estés.”

Las palabras de Sabiduría me habían calmado finalmente. De nuevo cerré
los ojos sólo para agradecer al Señor esta maravillosa experiencia, y la
vida que Él me había dado. Cuando lo hice, empecé a ver su gloria de
nuevo, toda la emoción de la experiencia anterior de adoración inundó mi
alma. Las palabras del Señor eran tan fuertes y claras para mí, que
estaba seguro que eran audibles; “Yo nunca te dejaré ni te desampararé.”


“Señor, perdona mi incredulidad,” respondí. “Por favor ayúdame a no
abandonarte nunca.”



XIII

Caminando Con Sabiduría


Cuando abrí los ojos, Sabiduría todavía estaba sujetando mis hombros.
“Yo soy el don fundamental que se te ha dado para tu trabajo. Te
mostraré el camino, y te mantendré en él, pero sólo el amor te mantendrá
fiel. La sabiduría más alta es amar al Señor.”

Entonces Sabiduría me soltó y empezó a caminar hacia la puerta. Le seguí
con renuencia. Recordé la emoción de la batalla y el ascenso a la
montaña, y me estaba compeliendo, pero nada era comparable a la
presencia del Señor y la adoración que había experimentado. Dejar esto
era el mayor sacrificio que había hecho nunca. Entonces recordé cómo
estaba todo en mi interior, asombrándome que pudiera olvidarme de eso
tan rápidamente. Empecé a pensar sobre la gran batalla que rugía dentro
de mí, entre lo que vi con mis ojos físicos y lo que vi con mi corazón.

Avancé para caminar al lado de Sabiduría, y pregunté, “He orado durante
26 años ser llevado al tercer cielo como Pablo. ¿Es éste el tercer
cielo?”

“Esto es parte de él, pero hay mucho más.” Contestó.

“¿Se me permitirá ver más?”

“Verás mucho más. Estoy llevándote a ver más ahora.”

Empecé a pensar en el libro de Apocalipsis. “La revelación de Juan ¿fue
parte del tercer cielo?” Pregunté.

“Parte de la revelación de Juan era del tercer cielo, pero la mayor
parte era del segundo cielo. El primer cielo fue antes de la caída del
hombre. El segundo cielo es el ámbito espiritual durante el reino de mal
en la tierra. El tercer cielo comprende el amor y dominio del Padre que
prevalecerán de nuevo sobre la tierra a través de su Rey.”

“¿Cómo era el primer cielo?” Sintiendo un extraño escalofrío cuando lo
pregunté.

“Es sabio no preocuparse sobre eso ahora,” mi compañero respondió con
más seriedad pues mi pregunta parecía molestarle. “La sabiduría es
buscar conocer el tercer cielo así como lo has hecho. Hay mucho más por
conocer sobre el tercer cielo de lo que puedas saber en esta vida, y es
el tercer cielo, el reino que ustedes predican con afán en esta vida. En
las edades por venir se les dirá sobre el primer cielo, pero no es de
provecho para ti saberlo en este momento.”

Decidí recordar el escalofrío que había sentido, y Sabiduría cabeceó,
supe que era una afirmación a ese pensamiento. “Que gran compañero eres,
dije cuando me inundó un gran cariño por el ángel. “Me guardarás en el
camino correcto.”

“Eso quiero,” contestó.

Efectivamente sentía el amor fluyendo de este ángel, que era único, de
una manera como nunca había sentido en otros ángeles que mostraron más
preocupación por el deber que por amor. Sabiduría respondió a mis
pensamientos como si los hubiera declarado en voz alta.

“Es sabio amar y yo no podría ser Sabiduría si no te amara. También es
sabio mirar la bondad y la severidad de Dios. Es sabio amarlo y temerlo.
Estarás engañado si lo haces de otra manera. Ésta es la próxima lección
que debes aprender”. Dijo, con inequívoca seriedad.

“Lo sé, y lo he enseñado muchas veces,” respondí, sintiendo por primera
vez que quizá Sabiduría no me conocía del todo.

“He sido tu compañía desde hace muchísimo tiempo, y conozco tus
enseñanzas,” contestó Sabiduría. “Ahora estas a punto de aprender lo que
significan algunas de tus propias enseñanzas. Como has dicho muchas
veces, 'no es por creer con tu mente, sino con tu corazón lo que produce
justicia.’”

Me disculpé, sintiéndome un poco avergonzado por haber cuestionado a
Sabiduría. Él aceptó mi disculpa cortésmente. Entonces comprendí que
había estado cuestionándole y desafiándole la mayor parte de mi vida, a
menudo para mi perjuicio.



XIV

La otra mitad del amor


“Hay ocasiones para adorar al Señor,” Sabiduría continuó, “y hay tiempos
para honrarlo con el más grande temor y respeto. Así como hay un tiempo
para plantar, y un tiempo para segar, y es sabio reconocer el tiempo
para cada cosa. La verdadera sabiduría conoce los tiempos y sazones de
Dios. Te traje aquí porque era tiempo para adorar al Señor en la gloria
de su amor. Estoy llevándote ahora a otro lugar porque es tiempo para
que lo adores en el temor de su juicio. Cuando conozcas ambos lugares de
adoración, entonces podremos separarnos.”

“¿Quiere decir que si me hubiera quedado atrás allí en ese culto
glorioso me lo habría perdido?” Pregunté con escepticismo.

“Sí. Siempre te habría visitado cuando pudiera, pero raramente habríamos
cruzado caminos. Es difícil dejar tal gloria y paz, pero ésa no es la
revelación entera del Rey. Él es ambos: el León de Judá y el Cordero. A
los ojos de los niños espirituales Él es el Cordero. A los ojos de los
que están madurando Él es el León. Al madurar totalmente en plenitud
conoces que Él es el León y el Cordero a la vez. Has sabido esto en tu
mente, y he oído que lo enseñas, pero ahora lo sabrás en tu corazón,
porque estás a punto de experimentar el trono del juicio de Cristo.



XV

El Regreso a la Batalla


Antes de abandonar los portones del Jardín pregunté a Sabiduría si podía
sentarme durante algún tiempo, para repasar todo lo que acababa de
experimentar. “Sí, debes hacerlo. Pero tengo un lugar mejor para que lo
hagas.” Contestó.

Seguí a Sabiduría fuera de las verjas y empezamos a descender la
montaña. Para mi sorpresa la batalla continuaba todavía, pero no tan
intensamente como cuando ascendimos. Había todavía flechas de acusación y
calumnia volando sobre los niveles más bajos, pero la mayoría de la
horda enemiga que quedaba, estaba atacando furiosamente a las grandes
águilas blancas. Las águilas prevalecían sin esfuerzo.

Seguimos descendiendo hasta que casi estuvimos en el fondo. Sólo por
encima de los niveles de “Salvación” y “Santificación” el nivel era
“Acción de gracias y Alabanza”. Recordaba muy bien este nivel, porque
uno de los más devastadores ataques del enemigo ocurrió cuando intenté
alcanzarlo primero. A partir de este nivel el resto de la subida era
mucho más fácil, y si una flecha penetraba la armadura sanaba
rápidamente.

En cuanto el enemigo me descubrió en este nivel (el enemigo no podía ver
a Sabiduría), una lluvia de flechas comenzó a caer sobre mí. Las desvié
tan fácilmente con el escudo que el enemigo dejó de disparar. Sus
flechas casi se habían acabado y no podían permitirse el lujo de gastar
más.

Los soldados que todavía estaban luchando desde este nivel me miraban
asombrados con una fijación que me hizo sentir incómodo. Entonces noté
primero que la gloria del Señor estaba emanando de mi armadura y escudo.
Les dije que subieran a la cima de la montaña sin detenerse, y ellos
también verían al Señor. En cuanto estuvieron de acuerdo en subir,
vieron a Sabiduría. Empezaron a postrarse para adorarle, pero él los
refrenó, y los envió en su camino.



XVI

Los Fieles


Estaba lleno de amor por estos soldados, muchos de los cuales eran
mujeres y niños. Sus armaduras eran un desastre, y estaban cubiertos de
sangre, pero no se habían rendido. De hecho todavía estaban alegres y
animados. Les dije que merecían más honor que yo, porque habían llevado
la gran carga de la batalla, y habían mantenido su terreno. Parecían no
creerme, pero apreciaron lo que les dije. Realmente sentí que era
verdad.

Cada nivel en la montaña tenía que ser defendido o los buitres que
quedaban vendrían y lo llenarían con vómitos y excrementos lo que hacía
difícil mantenerse de pie. Descubrí que la mayoría de las riscos estaban
ocupados por soldados que eran de diferentes denominaciones, o
movimientos que daban énfasis a la verdad del nivel que estaban
defendiendo. Quedé avergonzado por la actitud que había mantenido hacia a
algunos de estos grupos. Había considerado algunos de ellos
descarriados, pero aquí estaban luchando fielmente contra un asalto
terrible del enemigo. Su defensa de estas posiciones me había permitido
seguir subiendo como lo hice.

Algunos de estos niveles fueron situados para que hubiera una buena
visión de parte de la montaña o del campo de batalla, pero algunos
soldados estaban tan aislados que solo podían ver su propia posición, y
parecía que no tenían noticia sobre el resto de la terrible batalla. A
menudo estaban heridos con saetas de calumnia y acusaciones a las que
resistían cuando alguien bajaba de un nivel más alto y les animaban a
que subieran con ellos. Sin embargo, cuando algunos empezaron a bajar de
la cima reflejando la gloria del Señor, escucharon con gran alegría, y
pronto empezaron a subir con valor y resolución. Cuando observaba todo
esto, Sabiduría no dijo mucho, pero parecía muy interesado en mis
reacciones.



XVII

La realidad descubierta


Miré y vi, como muchos soldados que habían subido a la cima iniciaron el
descenso a todos los niveles para aliviar a los que habían estado
ocupando su posición en esas verdades. Al hacerlo, cada nivel empezó a
brillar con la gloria que ellos llevaban. Pronto toda la montaña comenzó
a brillar con una gloria que deslumbraba a los buitres y a los
demonios que quedaban. Había tanta gloria que la montaña me empezó a dar
la misma sensación que tenía en el jardín.

Empecé a agradecer y alabar al Señor e inmediatamente me encontré de
nuevo en su presencia. Era difícil contener las emociones y gloria que
inundaba mi más profundo ser. La experiencia se hizo tan intensa que
tuve que detenerme durante un instante. Sabiduría estaba de pie a mi
lado. Poniendo su mano en mi hombro dijo, “Entra en sus puertas con
acción de gracias, en sus atrios con alabanza.”

“¡Era tan real! Sentí como estaba allí de nuevo,” exclamé.

“Estabas allí,” contestó Sabiduría. “No se ha vuelto más real, pero tu
sí. Así como el Señor le dijo al ladrón en la cruz, 'Hoy estarás conmigo
en el Paraíso, puedes entrar en el Paraíso en cualquier momento. El
Señor, Su Paraíso, y esta montaña, están todos morando en ti, porque Él
está en ti. Lo que antes eran sombras ahora es realidad para ti, porque
has coronado la montaña. La razón por la que puedes verme y otros no
pueden es porque has entrado donde está Mi habitación. Ésta es la
realidad que los profetas conocieron, que les dio gran valor incluso
cuando estaban solos y los mantuvo imperturbables contra los ejércitos.”



XVIII

La Trampa Mortal


Entonces fijé mi vista en la encarnizada batalla que se desarrollaba al
pie de la montaña, y vi al ejército demoníaco retirándose despacio.
Detrás de mí, más guerreros gloriosos constantemente iban tomando sus
posiciones en la montaña. Me di cuenta que ahora había suficientes para
atacar y destruir lo que quedaba de esta horda del enemigo. “Aún No,”
dijo Sabiduría. “Mira allí”. Miré en la dirección en la que estaba
señalando, pero para poder ver algo, tenía que resguardar mis ojos de la
gloria que emanaba de mi propia armadura. Entonces vislumbré que algo
ocurría en un valle.

No veía con claridad lo que estaba mirando, porque la gloria que emitía
mi armadura hacía difícil ver en la oscuridad. Pedí a Sabiduría que me
diera algo con que cubrir mi armadura, para poder ver lo que sucedía.
Me dio un manto muy sencillo para cubrirme. “¿Qué es esto?” Inquirí, un
poco insultado por su sencillez. “La humildad,” dijo Sabiduría. “No
podrás ver muy bien sin ella”. Reticente me lo puse e inmediatamente, vi
muchas cosas que antes no podía ver. Miré hacia el movimiento que había
visto en el valle. Para mi asombro había oculta una división entera de
la horda enemiga que aguardaba para emboscar a cualquiera que se
aventurase fuera de la montaña.

“¿Qué ejército es ese?” Pregunté, “¿y cómo escaparon de la batalla
intactos?”

“Ésa es la división del Orgullo,” explicó Sabiduría. “Ése es el enemigo
más difícil de ver tras haber estado en la gloria. Aquellos que se
niegan a ponerse esta capa sufrirán mucho a manos de este enemigo tan
corruptor.”

Cuando volví a mirar la montaña, y vi a muchos de los gloriosos
guerreros atravesando la llanura para atacar la retaguardia de la horda
enemiga. Ninguno llevaba las capa de la humildad y no habían visto al
enemigo que estaba dispuesto para atacarlos por la retaguardia. Empecé a
correr para detenerlos, pero Sabiduría me refrenó. “No puedes detener
esto. Sólo los soldados que llevan esta capa reconocerán tu autoridad.
Ven conmigo. Hay algo más que debes ver antes que puedas ayudar a
dirigir la gran batalla que está por venir.”



XIX

El Fundamento de Gloria


Sabiduría me guió hasta el nivel mas bajo de la montaña que recibía el
nombre de “Salvación”. “Piensas que éste es el nivel más bajo,” declaró
Sabiduría, “pero este es el fundamento de toda la montaña. En cualquier
jornada, el primer paso es el más importante, y normalmente es el más
difícil. Sin salvación no habría ninguna montaña.”

Quedé apabullado por la carnicería en este nivel. Cada soldado estaba
terriblemente herido, pero ninguno estaba muerto. Las multitudes a duras
penas estaban aferrándose al borde. Muchos parecían que iban ha caerse
en cualquier momento, pero ninguno lo hizo. Gran número de ángeles
estaban atendiendo por todas partes a los soldados con tanta alegría que
pregunté, “¿Por qué son tan felices?”

“Estos ángeles han visto el valor que les llevó a éstos a aferrarse. No
habrán llegado muy lejos, pero tampoco se rindieron. Sanarán pronto, y
entonces verán la gloria del resto de la montaña, y empezaran a subir.
Éstos serán grandes guerreros en la batalla que está por venir.”

Viendo su condición presente. Protesté, “¿Pero no hubieran estado mejor
al subir la montaña con el resto de nosotros?”

“Habría sido mejor para ellos, pero no para ti. Pues te facilitaron el
subir, manteniendo a la mayor parte del enemigo ocupado. Muy pocos, de
los niveles más altos extendieron la mano para ayudar a otros a subir a
la montaña, pero éstos si lo hicieron. Incluso cuando a duras penas se
aferraban a los salientes de la montaña extendían la mano para tirar de
otros hacia arriba. De hecho, la mayoría de los más poderosos guerreros
fueron dirigidos hacia la montaña por estos fieles. Éstos no es menos su
heroísmo que los que llegaron a la cima. Provocaron gran gozo en el
cielo guiando a otros incesantemente a la ‘Salvación’. Fue por esta
razón que todos los ángeles en el cielo quisieron venir a atenderlos,
pero sólo les fue permitido a los más llenos de honor.”

De nuevo sentí una terrible vergüenza por mi actitud hacia estos grandes
santos. Muchos los desdeñamos cuando subimos a los niveles más altos.
Habían cometido muchos errores durante la batalla, pero también habían
mostrado más del corazón del Pastor que el resto de nosotros. El Señor
dejaría las noventa y nueve ovejas para buscar a la que estaba perdida.
Éstos se habían quedado en el lugar donde todavía pudieran alcanzar al
perdido, y pagaron un alto precio por ello. Yo también quise ayudar,
pero no sabía por dónde empezar.

Sabiduría dijo entonces, “aciertas en querer ayudar, pero ayudarás más
haciendo lo que te he pedido. Todos éstos serán sanados y subirán la
montaña rápidamente. Se unirán contigo de nuevo en la batalla. Son
valientes que nunca se retirarán ante el enemigo.”



XX

El Poder de Orgullo


Estaba pensando en cómo descender la montaña, y estaba descubriendo
tantas cosas como al subirla, cuando el fragor del campo de batalla
atrajo mi atención. Ahora había miles de los guerreros poderosos, que
cruzaban la llanura para atacar el remanente de la horda enemiga. El
enemigo estaba huyendo en todas las direcciones, salvo una división,
Orgullo. Sin reparar en ella, se dirigía directamente a la retaguardia
de los guerreros, y a la vez que avanzaban se disponían para lanzar una
lluvia de flechas. Entonces noté que los guerreros poderosos no llevaban
armadura en su espalda, estaban totalmente expuestos y eran vulnerables
a lo que estaba a punto de venírseles encima.

Sabiduría comento entonces, “ahora sabes que no hay ninguna armadura
para la espalda, lo que significa que eres vulnerable si huyes del
enemigo. Sin embargo, nunca vistes cómo te hizo vulnerable si avanzabas
en orgullo.”

Asentí con la cabeza reconociéndolo. Era demasiado tarde para hacer
algo, y era insufrible observar, pero Sabiduría dijo que debía hacerlo.
Me asombró, cuando las flechas del orgullo acertaron a los guerreros, ni
siquiera lo notaron. Sin embargo, el enemigo siguió disparando. Los
guerreros estaban sangrando y debilitándose rápidamente pero no
quisieron reconocerlo. Pronto quedaron demasiado débiles como para
sostener sus escudos y espadas, tiraron ambos declarando que ya no los
necesitaban. Entonces empezaron a despojarse de su armadura, diciendo
que tampoco la necesitaban.

Apareció una nueva división enemiga que se aproximo rápidamente. Su
nombre, Engaño Fuerte. Lanzaron una lluvia de flechas dando todas en el
blanco. Vi entonces como unos pocos demonios de engaño sometieron lo que
una vez fuera el gran ejército de gloriosos guerreros. Fueron llevados a
diferentes campos de prisioneros, cada uno nombrado con una doctrina
de demonios diferente. Quedé pasmado al contemplar cómo esta gran
compañía de justos fue completamente derrotada, sin ni siquiera
comprender que les había golpeado. “¿Cómo podían ser tan vulnerables,
aquellos que eran tan fuertes, qué habían ascendido todo el camino hasta
la cima de la montaña, qué habían visto al Señor?” Dije bruscamente.

“El orgullo es el enemigo más difícil de ver, y siempre sale
furtivamente a tu retaguardia,” se lamentó Sabiduría. “En cierta forma,
aquellos que han subido a las más grandes alturas tienen más peligro de
caerse. Siempre debes recordar eso, en esta vida puedes caerte en
cualquier momento de cualquier nivel. ‘Pon atención cuando crees
mantenerte firme, para que no caigas’, Cuando piensas que corres menos
peligro de caerte es en realidad cuando eres más vulnerable. La mayoría
caen justo después de una gran victoria.”



XXI

Sabiduría para la Batalla


“¿Cómo podemos evitar el ser atacados así?” Pregunté.

“Quédate cerca de mí, pregunta al Señor antes de tomar cualquier
decisión importante, y mantente con ese manto puesto, y el enemigo nunca
será capaz de cegarte como hizo con aquellos.”

Yo miraba mi manto. Parecía tan sencillo e insignificante. Sentí que me
hacía parecer más un desamparado que un guerrero. Sabiduría respondió
como si yo hubiera estado hablando en voz alta, “El Señor es más cercano
al desamparado que a los príncipes. Sólo tienes verdadera fuerza en la
medida que caminas en la gracia de Dios, y ‘Él da gracia al humilde.’
Ningún arma enemiga puede penetrar este manto, porque nada puede vencer
Su gracia. Mientras lleves este manto estás a salvo contra este tipo de
ataque.”

Entonces empecé a buscar para ver cuántos guerreros estaban todavía en
la montaña. Quedé asustado al ver cuan pocos había. Noté entonces que
todos llevaban puesto el mismo manto. “¿Cómo sucedió?” Inquirí.

“Cuando vieron la batalla de la que fuiste testigo, todos ellos
acudieron a mí solicitando ayuda, y les di sus mantos,” contestó
Sabiduría.

“¿Pero pensaba que estabas conmigo todo este tiempo?”

“Yo estoy con todos los que ponen su empeño en hacer la voluntad del
Padre,” contestó Sabiduría.

“¡Tú Eres el Señor!” Yo lloré.

“Sí,” Él contestó. “Te dije que nunca te dejaría o te desampararía. Yo
estoy con todos mis guerreros así como estoy contigo. Yo seré para ti
todo lo que necesites para hacer mi voluntad, y has necesitado
sabiduría”. Entonces Él desapareció.



XXII

Rangos en el Reino


Fui dejado en medio de la gran compañía de ángeles que estaban
atendiendo a los heridos en el nivel de “Salvación”. Cuando empecé a
caminar por delante de estos ángeles, inclinaron una rodilla y me
mostraron un gran respeto. Finalmente pregunté a uno de ellos el por
qué de su actitud, pues incluso el más pequeño de ellos era mucho más
poderoso que yo. “Debido al manto,” contestó. “Ése es el rango más alto
en el reino.”

“Esto es solo un simple manto,” protesté.

“¡No!” contestó el ángel. “Estas vestido en la gracia de Dios. ¡Y no
existe un poder mayor!”

“Pero hay miles de nosotros, todos llevando el mismo manto. ¿Cómo podría
representar rango alguno?”

Vosotros sois los temibles campeones, los hijos e hijas del Rey. Él
llevó el mismo manto cuando caminó en la tierra. Mientras estés vestido
con el mismo no hay poder en cielo o tierra que pueda estar de pie ante
ti. Todos los principados y potestades en el cielo y en el infierno
reconocen ese manto. Nosotros somos sus sirvientes, Él mora en ti, y te
reviste con su gracia.”

De algún modo supe que si en ese momento no hubiese llevado el manto, y
si mi gloriosa armadura hubiera sido expuesta, la declaración del ángel,
y su conducta hacia mí, ciertamente hubiera alimentado mi orgullo. Era
absolutamente imposible sentirse orgulloso o arrogante portando tan
sencilla capa. Sin embargo, mi confianza en el manto aumentaba
rápidamente.



XXIII

El Retorno de las Águilas


Entonces vi en el horizonte una gran nube blanca acercándose. El sólo
hecho de verla, hizo surgir la esperanza en mí. Ésta nube llenó la
atmósfera con esperanza, tal como el sol naciente deshace la oscuridad
de la noche. Al aproximarse reconocí a las grandes águilas blancas que
habían volado desde el Árbol de Vida. Empezaron a posarse sobre la
montaña ocupando sus puestos en todos los niveles, al lado de las
compañías de guerreros.

Me acerqué, mientras un águila se posaba a mi lado majestuosamente, su
presencia era imponente. Cuando me miró con sus penetrantes ojos, Supe
que no podía esconder nada de ellos. Cuando estos se posaron en mí,
temblé con escalofríos, atravesándome solo con mirarme. Antes de que
pudiera preguntar, me contestó.

“Quieres saber quiénes somos. Somos los profetas ocultos que hemos sido
guardados para esta hora. Somos los ojos de aquellos a quienes se les
han otorgado las armas divinas y poderosas. Se nos ha mostrado todo lo
que el Señor está haciendo, y todo lo que el enemigo planea en contra
vuestra. Hemos escudriñado la tierra y sabemos todo lo que necesitáis
conocer para la batalla.”

“¿No has presenciado la batalla que acaba de tener lugar?” Pregunté con
tanta irritación como me atreví a expresar. “¿No pudisteis ayudar a los
guerreros que fueron tomados cautivos?”

“Sí. Lo vimos todo, y podríamos haberles ayudado si ellos lo hubieran
querido. Pero nuestra ayuda habría sido refrenarlos. Sólo podemos luchar
en las batallas que nos ordena el Padre, y ayudar sólo a los que creen
en nosotros. Sólo los que nos reciben como lo que somos, los profetas,
pueden recibir el galardón del profeta, es decir el beneficio de nuestro
servicio. Aquellos que fueron emboscados no tenían todavía el manto que
tú portas, y aquellos que no tienen el manto no pueden comprender
quiénes somos nosotros. Todos nos necesitamos el uno al otro incluyendo a
los que aún permanecen heridos aquí, y muchos más que no conoces
todavía.”



XXIV

El Corazón del Águila


Hablando con el águila, enseguida empecé a pensar como el águila.
Después de esta corta conversación, se me concedió mirar en el interior
de su corazón y la conocí como ella me conocía. El águila se percató de
ello.

“Tienes algunos de nuestros dones,” declaró el águila, “aunque no están
muy desarrollados. No los has usado mucho. Estoy aquí para despertar
estos dones en muchos de vosotros, y para enseñarles a usarlos. De esta
manera quedará asegurada nuestra comunicación. De no ser así, tendríamos
muchas pérdidas innecesarias, sin mencionar las oportunidades que
desaprovecharíamos para alcanzar la victoria.”

“¿De donde vienes?” Pregunté
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 8:33 pm

os aconsejo ke lo imprimais y leais es muy interesante esta historia o revelacion

gracias 12+1
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 11:08 pm

abujas escribió:
os aconsejo ke lo imprimais y leais es muy interesante esta historia o revelacion

gracias 12+1

mejor ke se la descargen,ke la tinta cuesta bastante
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aki lo teneis pa descargar
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 11:19 pm

-gracias teti,no sabia cómo hacer para subirlo¡¡me as ahorrado muchos quebraderos de cabeza¡jejeje¡pues ya sabes que no soy muy ducho en esto¡¡gracias.

-De todas formas,si alguien cree que es merecedora de "imprimirse"no veo el porque no se pueda,es verdad que la tinta vale mu cara¡¡yo les recomendaría que comprasen,las"baratas"jejeje¡¡las que valen como mucho 4euros¡¡yo las e encontrado hasta por 2.95euros¡¡nose por si alguien en esto le interesa¡¡de todas formas repito,gracias.
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 11:49 pm

de na jesus,pero creo ke no es una reflexion,y esta en un panel ekibocao

la tinta depende de la impresora,si es mala y la tinta tanbien,pues costara menos

un saludo en cristo jesus
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeJue Abr 08, 2010 11:59 pm

-Ok¡vale,pues me los dices en pribao y yo lo ago,ok???o no ok??jejejeje.

-vaya veo que que estamos hablando de todo menos de lo que se puesto¡¡jejejeje,abuuuuuu¡¡estas hay??????
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abujas
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitimeSáb Abr 10, 2010 6:27 pm

si jesus estoy aki pero eres tu el ke deve mandar por mp si objetas algo a un administrador ok?

el administrador es el que llama la atencion de un modo educado y el moderador o miembro es el que si no esta deacuerdo por privado replica al administrador no por aki en este panel solo se comenta sobre tu ipotesis y reflexion a pesar que como dice teti es muy estensa pero no deja de ser una vivencia de alguien personal y queda como textimonio o refelxion pero no se replica a un administrador si un administrador dice blanco es blanco si usted lo ve negro lo hablan en privado ok? no quiero mas comentarios en este panel a este respecto cualquier cosa hable en privado o este post sera anulado.
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MensajeTema: Re: Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte)   Las Hordas Infernales Estan marchando.(1ºparte) I_icon_minitime

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