LA ARMADURA DE DIOS PARA NOSOTROS
Luchamos en una guerra espiritual, todos los creyentes se ven acosados por los ataques de Satanás porque ya no pertenecen a su bando. Sin embargo, Pablo nos dice que usemos cada pieza de la armadura de Dios para resistir sus ataques y permanecer firmes aun en medio de los mismos.
Pieza de la armadura:Cinturón:Uso:Verdad
Aplicación
Satanás lucha con mentiras y algunas veces estas parecen ciertas; pero solo los creyentes tienen la verdad de Dios, que puede derrotar las mentiras de Satanás.
Pieza de la armadura:Coraza:Uso:Justicia
Aplicación
Satanás, a menudo, ataca nuestros corazones: el centro de nuestras emociones, autoestima y confianza. La aprobación de Dios es la coraza que protege nuestros corazones. Él nos aprueba porque nos ama y envió a su Hijo a morir por nosotros.
Pieza de la armadura:Calzado:Uso:Buena:disposición para difundir las buenas nueva
Aplicación
Satanás quiere que pensemos que anunciar las buenas nuevas a otros es una tarea sin valor e imposible, la tarea es muy grande y la respuesta negativa demasiada. Pero el «calzado» que Dios nos ha dado es la motivación para continuar proclamando la paz verdadera que está al alcance en Dios, noticia que todos necesitan escuchar
Pieza de la armadura:Escudo:Uso:Fe
Aplicación
Lo que vemos son los ataques de Satanás en forma de insultos, contrariedades y tentaciones. Pero el escudo de la fe nos protege de los dardos de fuego que arroja el maligno. Con la perspectiva de Dios, podemos ver más allá de nuestras circunstancias y tener presente que la victoria final es nuestra.
Pieza de la armadura:Yelmo:Uso:Salvacion
Aplicación
Satanás quiere que dudemos de Dios, de Jesús y de nuestra salvación. El yelmo protege nuestras mentes de poner en duda la obra salvadora de Dios efectuada a nuestro favor.
Pieza de la armadura:Espada:Uso:El Espíritu, la Palabra de Dios
Aplicación
La espada es la única arma ofensiva en esta lista de la armadura. Hay momentos cuando necesitamos emplear la táctica ofensiva contra Satanás. Cuando somos tentados, necesitamos confiar en la verdad de la Palabra de Dios.
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La fuerza y el valor espiritual son necesarios para nuestra guerra y sufrimiento espiritual.
Los que desean demostrar que tienen la gracia verdadera consigo, deben apuntar a toda gracia; y ponerse toda la armadura de Dios, que Él prepara y da. La armadura cristiana está hecha para usarse y no es posible dejar la armadura hasta que hayamos terminado nuestra guerra y finalizado nuestra carrera.
El combate no es tan sólo contra enemigos humanos, ni contra nuestra naturaleza corrupta; tenemos que vérnosla con un enemigo que tiene miles de maneras para engañar a las almas inestables.
Los diablos nos asaltan en las cosas que corresponden a nuestras almas y se esfuerzan por borrar la imagen celestial de nuestros corazones.
Debemos resolver, por la gracia de Dios, no rendirnos a Satanás.
Resístidle, y de vosotros huirá.
Si cedemos, él se apoderará del terreno.
Si desconfiamos de nuestra causa o de nuestro Líder o de nuestra armadura, le damos ventaja.
Aquí se describen las diferentes partes de la armadura de los soldados bien pertrechados, que tienen que resistir los asaltos más feroces del enemigo.
No hay nada para la espalda; nada que defienda a los que se retiran de la guerra cristiana.
La verdad o la sinceridad es el cinto.
Esto rodea todas las otras partes de la armadura y se menciona en primer lugar. No puede haber religión sin sinceridad.
La justicia de Cristo, imputada a nosotros, es una coraza contra los dardos de la ira divina. La justicia de Cristo, implantada en nosotros, fortifica el corazón contra los ataques de Satanás.
La resolución debe ser como las piezas de la armadura para resguardar las partes delanteras de las piernas, y para afirmarse en el terreno o caminar por sendas escarpadas, los pies deben estar protegidos con el apresto del evangelio de la paz.
Los motivos para obedecer en medio de las pruebas deben extraerse del claro conocimiento del evangelio.
La fe es todo en todo en la hora de la tentación.
La fe, tener la certeza de lo que no se ve, como recibir a Cristo y los beneficios de la redención, y de ese modo, derivar gracia de Él, es como un escudo, una defensa en toda forma. El diablo es el malo.
Las tentaciones violentas, por las cuales el alma se enciende con fuego del infierno, son dardos que Satanás nos arroja.
Además, los malos pensamientos de Dios y de nosotros mismos. La fe que aplica la palabra de Dios y a la gracia de Cristo, es la que apaga los dardos de la tentación.
La salvación debe ser nuestro yelmo. La buena esperanza de salvación, la expectativa bíblica de la victoria, purifican el alma e impiden que sea contaminada por Satanás.
El apóstol recomienda al cristiano armado para la defensa en la batalla, una sola arma de ataque, la cual es suficiente, la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios.
Somete y mortifica los malos deseos y los pensamientos blasfemos a medida que surgen adentro; y responde a la incredulidad y al error a medida que asaltan desde afuera.
Un solo texto bien entendido y rectamente aplicado, destruye de una sola vez la tentación o la objeción y somete al adversario más formidable.
La oración deben asegurar todas las demás partes de nuestra armadura cristiana.
Hay otros deberes de la religión y de nuestra posición en el mundo, pero debemos mantener el tiempo de orar.
Aunque la oración solemne y estable pueda no ser factible cuando hay otros deberes que cumplir, de todos modos las oraciones piadosas cortas que se lancen son siempre como dardos.
Debemos usar pensamientos santos en nuestra vida corriente.
El corazón vano también será vano para orar.
Debemos orar con toda clase de oración, pública, privada y secreta; social y solitaria; solemne y súbita; con todas las partes de la oración: confesión de pecado, petición de misericordia y acción de gracias por los favores recibidos.
Y debemos hacerlo por la gracia de Dios Espíritu Santo, dependiendo de su enseñanza y conforme a ella.
Debemos perseverar en pedidos particulares a pesar del desánimo.
Debemos orar no sólo por nosotros sino por todos los santos.
Nuestros enemigos son fuertes y nosotros no tenemos fuerza, pero nuestro Redentor es todopoderoso, y en el poder de su fuerza, podemos vencer.
Por eso debemos animarnos a nosotros mismos. ¿No hemos dejado de responder a menudo cuando Dios ha llamado? Pensemos en esas cosas y sigamos orando con paciencia.
dios les bendiga
un saludo en cristo jesus de su hermano y amigo Teti