Qué fabuloso era observar las bacterias y microbios en el microscopio. Si algo
de la secundaria era atractivo para un rebelde mal estudiante, como yo, eso era
el basquetball y las clases de biología donde utilizábamos ese fabuloso invento
que nos permitía ver el desconocido, diminuto e interesante micro mundo que nos
acompaña.
En el basquetball, yo era un enanito entre los gigantes jugadores que año
tras año participaban en los juegos ínter-cursos, me encantaba sentir el reto de
vencer la defensa oponente y encestar a como diera lugar, no importando que me
bloquearan; al final la idea era intentar, pelear, creer y ganar (más allá de
solo participar).
Un pasaje de la Biblia nos habla de un pequeño pastor de ovejas que retó a un
experimentado guerrero que jamás había perdido un combate. Su nombre: David; su
estrategia: tres piedras, una onda y una sólida fe; Su historial: Un oso y un
león derrotados por él en combates personales. Aunque David nunca estuvo en una
clase de biología, decidió usar el microscopio de
Dios, pudo ver desde su
perspectiva que lo que parecía un dinosaurio inmortal, sólo era un microscópico
y arrogante microbio.
El final de la historia la conoces. Tus problemas y aflicciones, a veces
pueden parecer grandes gigantes que no permiten que ganes el torneo de la vida.
Recuerda dos cosas: la primera, lo que es difícil para nosotros,
Dios lo ve
fácil y en las tinieblas de nuestras vidas ve claridad; y segundo,
Dios ya nos
ha dado el triunfo, hemos vencido y la vida es nuestra.
No veas a los gigantes, ve lo que Dios ve.Lectura: 1Samuel 17: 1-52“…las naciones son para Él como la gota de agua que cae de un cubo…” Isaías: 40:15