Una de las mayores satisfacciones es ver que los hijos han librado la etapa escolar exitosamente, pero cuando tienen Por qué no debes hacer las tareas de tus hijos problemas o frustraciones por las bajas calificaciones, los padres se preguntan cuál fue el error.
Algunas veces resulta que ellos mismos jamás se preocuparon por fomentar en sus hijos buenos hábitos de estudio, situación que los llevó a fracasar en la escuela.
Si ese es su caso, debe saber que siempre se está a tiempo de corregir errores, lo importante aquí es ver ¿cómo inducirles estas costumbres?
Lograr buenos hábitos
Finy Quintanilla González, psicóloga, expresa que definitivamente los hábitos de estudios se fijan en casa, porque es en donde el niño aprenderá de disciplinas y responsabilidades por medio de horarios y reglas establecidas por sus papás.
"Estas disposiciones se establecen de acuerdo a las necesidades que tiene la familia, y en la forma en que los padres cumplan con estas medidas, los hijos podrán llevar a cabo mejores hábitos de estudio", explica.
Esto, sin embargo, varía en cada hogar, comenta, pero padres e hijos tienen que cumplir las disposiciones hechas para llevar a una mejor comunicación.
Otra responsabilidad de los padres
En caso de que los papás trabajen y dejen a los niños al cuidado de otra persona, deben estar más al pendiente de los pequeños, agrega, porque tal vez quien esté a cargo no tiene la misma visión de disciplina que ellos poseen.
Además, los padres deben supervisar a sus hijos o darles cierto tiempo para que terminen sus tareas, porque si los dejan solos, dice, casi siempre se distraen y, por ejemplo, una tarea que debería hacerse en 30 ó 45 minutos, puede llevarles hasta cuatro horas.
A final de cuentas, agrega, es bajo regaño que la terminan, pero es importante que exista un horario establecido de acuerdo a las necesidades de la familia, para que las tareas se cumplan como se han planeado.
De esta manera, dice, va a ser el éxito que tengan los hábitos de estudio. Incluso cuando les encargan estudiar para un examen, la mayoría de los niños creen que no hay nada qué hacer, diciendo "qué bueno que no nos encargaron tarea".
Y como estudiar para un examen no es una actividad que implique para ellos escribir a mano, es ahí en donde los padres deben darle la misma importancia que una tarea, aunque sea un breve repaso, porque complementa el trabajo de la mañana.
¿Por qué mienten los hijos?
¿Cuantas veces te enojaste con tu hijo por mentir o incluso lo castigaste? ¿Pero te preguntaste alguna vez porque mienten tus niños? Según unos estudiosos “Mentir es mantener una idea en desacuerdo con la verdad, con el fin de inducir a un error al prójimo”. O sea, la mentira, por naturaleza, es un acto social, que implica un engañar a otro. También se puede hablar del propio engaño, tema por demás complejo, en tanto remite a defensas psicológicas, tales como negación o renegación entre otras.
Es obvio que mentir supone conocer la realidad y construir un imaginario. Queda dicho entonces, que la mentira no es patrimonio de los niños pequeños, que no acceden al lenguaje y no promueven el equivoco en el otro.
Entonces ¿por qué mienten nuestros niños? En parte responde a hechos evolutivos y/o conflictivos. Algunas mentiras tienen el orden del juego, de la fantasía o del sueño, son intentos de resolver conflictos psico-sociales o madurativos, como formas de resistencias opuestas a deseos o frustraciones u olvidos, resultado de pugnas entre diferentes instancias psíquicas o compensaciones
Algunas de estas mentiras tienen la característica de no estar dirigidas al otro, de no importar el efecto externo que producen, no hay intención de beneficio social. Se limitan a llamar la atención o a resolver una situación determinada, por ejemplo una niña que frente a la inminente separación de los padres, hace referencia a los divertidos paseos que realiza en familia u otro niño ante la frustración de no contar con juguetes relata tener una habitación colmada de los mismos.
Otras veces las mentiras están destinadas especialmente a evitar una consecuencia social, el niño que engaña en las calificaciones, puede intentar evitar un castigo o el enojo de sus padres, que igualmente es un modo de sanción. También puede simular o imitar síntomas –dolor de panza o cabeza- evitando alguna diligencia como ir al colegio.
El niño no siempre sabe que está mintiendo, y si lo sabe, pocas veces conoce el sentido que se oculta en la apariencia.
En todos los casos, las mentiras son emergentes, que remiten a alguna conflictiva interna, que puede ser momentánea o permanente, la que, de no mediar una resolución espontánea, requiere el desciframiento y asistencia de un profesional adecuado. Por todo ello, lo importante es escuchar y conocer a los niños. Una comprensión a tiempo, evitará una complicación innecesaria.
Crecer junto y no contra los hijos
Crecer junto y no contra los hijos
Los padres deben adaptarse a los cambios de los hijos hasta la adolescencia. Luego es imprescindible hablar con ellos y no poner obstáculos en el camino de su crecimiento. Algunos consejos útiles. Un hijo naciendo. Con cada cambio durante su crecimiento, hay acompañado, una adaptación de los padres que muchas veces se pueden transformar en crisis duras de traspasar si no se está preparado para ellas.
El noviazgo, el desprendimiento, el matrimonio, el encuentro, los hijos, la adolescencia, el reencuentro o "Nido vacío" y la vejez, son las etapas por las cuales las personas pasan inevitablemente. Las cuatro primeras son para que la pareja se una y se conozca más profundamente; después viene el planear y desear los hijos que quieren tener y es la decisión de cada pareja.
Así empiezan a tenerlos con la distancia que quieren y así van viviendo cada momento del crecimiento de ellos; como su primera sonrisa, sus primeras palabras, sus pasitos, el avisar que quieren ir al baño, desprenderse de su madre para ir a la escuela, sus dibujos y líneas, bailables, y vestirlos como los padres quieren; así como darles de comer lo que les nutra.
Uno de los cambios inevitables que la pareja debe afrontar como natural, es el de las amistades. La pareja cambia su círculo de amistades por las que tengan que ver con los hijos de su edad, y esto lo vemos pasar por lo general en forma continúa por diez años aproximadamente.
El querer vestirse a su forma, querer andar solo, comer alimentos "chatarra" y a veces por la necesidad de pertenecer a un grupo e "integrarse" a una sociedad, el tener relaciones sexuales a edades tempranas, preferencias en cuanto a su compañero sexual, tabaquismo, alcohol, y en otros casos hasta drogas; son algunos de los problemas que los padres tienen que estar preparados para afrontar en el crecimiento de sus hijos.
Por eso de la importancia de que los padres sepan todo esto y se mantengan unidos en una posición abierta con capacidad de escuchar, charlar, discutir y, sobre todo, negociar todos estos cambios en su conducta para ayudarlos positivamente.
Romper barreras hablando y liberando los prejuicios de “Como voy a hablar de eso con él, todavía es un chico”, o de “Cuando tenga alguna duda me lo va a consultar”, no, encarar la conversación sin miedos y utilizando el mismo idioma con que se piensa, para evitar complicaciones: “¿Tienes relaciones sexuales? ¿Tienes alguna duda, cualquiera, que te pueda aclarar?”, “No hay problemas, podemos hablar de cualquier cosa”. Una linda manera de crecer “junto” y no “contra” los hijos. Fuente: ACI Prensa.
Cuando los padres se van: un desafío duro para los mayores de 40
Este tipo de sucesos suele afectar muy profundamente a los hijos adultos y, aunque es parte del ciclo de la vida, nadie puede resolverlo sin pasar por un periodo de duelo y tristeza.
Según una investigación reciente, la muerte de los padres es la pérdida de un familiar más frecuente, teniendo en cuenta que cada año el 5% de la población mundial pierde a uno de sus padres y la mayoría de ellos (los hijos) tienen entre 35 y 55 años. Estas son las personas que sufren hoy el duelo por la pérdida de sus padres... ¿Pero por qué se dice que ellos sufren más de lo que se sufría en otras épocas? La respuesta es que la expectativa de vida es mucho más amplia que en décadas pasadas. Los hijos coinciden mucho más con sus padres y viven muchas más cosas juntos, se relacionan con mayor intimidad. La forma de conocerse y tratarse ha cambiado mucho, y el afecto comenzó a evidenciarse con mucha más claridad. Antes de la década del `40, existía mucho respeto entre padres e hijos y las cosas eran diferentes.
Hoy en día, los padres ya no viven con sus hijos adultos y, a diferencia de generaciones pasadas, no necesariamente viven cerca. Muchos nietos pueden ver a sus abuelos sólo una vez o dos al año, y no una o dos veces a la semana.
En general, son las mujeres quienes tratan de mantener los vínculos familiares más fuertes, incluso cuando deben trabajar fuera de casa.
Muchas veces, el tan necesario apoyo de parientes, amigos o compañeros de trabajo no está ahí cuando se lo necesita.
En general, la gente suelen menospreciar el sufrimiento ajeno por la pérdida de un padre anciano: “ya era viejo”, “es la ley de la vida”, “¿y qué esperabas”, como si eso hiciera disminuir el dolor del hijo. Y no se puede dar apoyo a alguien cuyo sufrimiento no queremos ver.
Mucha gente, por otro lado, restan importancia a sus padres ancianos en sus vidas, olvidándose de quienes son y hasta incluso de qué necesitan. La cercanía de la muerte no significa mucho, hasta que llega.
Muchos estudiosos del tema, aseguran que el motivo por el cual no se le da toda la importancia al fallecimiento de los padres es porque la expectativa social es que ellos se vayan antes, diferente de quien sufre la perdida de un hijo, una pareja o un hermano. El mandato social parece ser: “es lo normal, recupérate rápido que no tienes derecho a sufrir por esto”.
En general, las personas de entre 35 y 55, no dejan de trabajar una semana por la muerte de sus padres, y este es un fenómeno que muchos fundamentan en las obligaciones que individuos de esa edad, tienen con sus hijos y resto de la familia, y también en que la sociedad no le otorga la misma importancia a la pérdida de un padre anciano que a la de otro familiar cercano. En otras palabras, parece no tener derecho a acongojarse y pasar por un periodo de duelo.
Es en ese momento, en que se nota la importancia de los amigos y familiares. Cuando la persona está profundamente dolida y no tiene el tiempo necesario para superarlo en soledad.
Otros, en cambio, eligen ampararse en la fe y otros se “tragan” todos sus sentimientos y sufren en silencio. En algunos casos, pueden incluso desencadenarse cuadros severos como una depresión.
Sea como sea, se reconozca o no, nunca dejamos de ser hijos de nuestros padres, tengamos la edad que tengamos.
Los niños y la pena por la muerte de un ser querido.
La reacción de un niño por la muerte de un ser querido es muy diferente a la reacción de las personas mayores. Sepa cómo ayudarlos.
Los niños de edad pre-escolar creen que la muerte es temporaria y reversible; esta creencia está reforzada por los personajes en dibujos animados que se "mueren" y "reviven" otra vez. Los niños de entre cinco y nueve años comienzan a pensar más como los adultos acerca de la muerte, pero todavía no pueden imaginarse que ellos o alguien que ellos conozcan pueda morir.
A la conmoción y a la confusión que sufre el niño que ha perdido un abuelo alguno de sus padres se le añade la falta de atención adecuada de otros familiares que lloran esa misma muerte y que no pueden asumir adecuadamente la responsabilidad de cuidar al niño.
Los padres deben de estar conscientes de cuáles son las reacciones normales de los niños ante la muerte de un familiar, así como de las señales que indican que el niño está teniendo dificultad enfrentándose a la pena. De acuerdo a los psiquiatras de niños y adolescentes, es normal que durante las semanas siguientes a la muerte algunos niños sientan una tristeza profunda o que persistan en creer que el familiar querido continúa vivo. Sin embargo, la negación a largo plazo a admitir que la muerte ocurrió, o el evitar las demostraciones de tristeza, no es saludable y puede resultar en problemas más severos en el futuro.
No se debe obligar a un niño asustado a ir al velorio o al entierro de un ser querido; sin embargo, el honrar o recordar a la persona de alguna manera, como, por ejemplo, encender una velita, decir plegarias, preparar un álbum de recortes, revisar las fotografías o el contar una historia, puede ser de mucha ayuda.
Una vez que el niño acepta la muerte, es normal que manifieste su tristeza de vez en cuando a través de un largo período de tiempo, a veces en momentos inesperados. Sus parientes deben de pasar todo el tiempo posible con el niño y hacerle saber bien claro que tiene permiso para manifestar sus sentimientos libre y abiertamente.
Si la persona muerta era esencial para la estabilidad del mundo del niño, la ira es una reacción natural. Esta ira se puede manifestar en juegos violentos, pesadillas, irritabilidad o en una variedad de otros comportamientos. A menudo el niño mostrará enojo hacia los miembros sobrevivientes de la familia. Después de la muerte de un padre o una madre, muchos niños actuarán como si tuviesen menor edad. El niño temporariamente actúa de manera más infantil exigiendo comida, atención, cariño y habla "como un bebé".
Los niños más pequeños creen que ellos son la causa de lo que sucede a su alrededor. El pequeño puede creer que su papá, abuelito, hermano o hermana se murió porque él una vez "deseó" que se muriera. El niño se siente culpable porque cree que su deseo se "realizó".
Los niños con problemas serios de pena y de pérdida pueden mostrar una o más de las siguientes señales:
un período prolongado de depresión durante el cual el niño pierde interés en sus actividades y eventos diarios,
insomnio, pérdida del apetito o el miedo prolongado a estar solo,regresión a una edad más temprana por un período extendido de tiempo,imitación excesiva de la persona muerta, decir frecuentemente que quisiera irse con la persona muerta,
aislamiento de sus amiguitos, o deterioro pronunciado en los estudios o el negarse a ir a la escuela. Estos síntomas de aviso pueden indicar que se necesita ayuda profesional. Un profesional de niños y adolescentes puede ayudar al niño a aceptar la muerte y asistir a los sobrevivientes para que ayuden al niño durante el proceso de pena y luto.
¡¡¡¡¡¡¡¡Maranata Cristo viene!!!!!!