Se cuenta del famoso traductor de la Biblia, Juan N. Darby, que, durante
unas vacaciones entre las sierras, se encontró con un pobre pastorcito
de ovejas que estaba enfermo. Averiguando, descubrió que el joven se
había enfermado después de buscar un cordero de su rebaño que se había
perdido entre la nieve; le salvó la vida al costo de la suya porque
estaba muriendo de tuberculosis como resultado de las horas pasadas a la
intemperie esa noche.
Darby le contó del Buen Pastor que vino
desde el cielo buscando ovejas humanas perdidas, sacrificando su vida
por amor a ellas. Le enseñó el versículo primero del Salmo 23 y para
ayudarle a recordarlo le hizo contar las palabras sobre sus dedos. Son
cinco: ?El Señor es mi Pastor? y le enseñó a poner énfasis sobre la
palabra MI tomando el cuarto dedo de la mano.
El señor Darby
volvió el año siguiente al mismo lugar y fue a visitar la choza donde
vivía el pastorcito enfermo; la madre le contó que lo había encontrado
muerto una mañana y tenía tomado el cuarto dedo de la mano.
Derby
se sintió muy conmovido al oír esto y estaba seguro de que encontraría
al pastorcito en el cielo, pues no dudaba que el muchacho había aceptado
al Señor Jesús como su Pastor y Salvador.