turkita_kali moderador
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| Tema: ¿Desesperado? Tranquilo, todavía hay una solución. Vie Jun 25, 2010 1:05 pm | |
| Iba de compras a una librería. Muchos títulos por todas partes. Las estanterías llenas de textos con todos los temas: unos interesantes, otros aburridos y los más: nombres de novelas y tratados que no decían nada de lo que significaban. Pero estaba allí, perdido en ese mundo mágico de las letras, donde la imaginación vuela y nos trasportamos a lugares distantes con solo recorrer las páginas de un buen texto.
--Dios mío, ¿qué hacer?--, repetía una mujer de mediana edad, mientras procuraba que alguien contestara al otro lado de la línea del teléfono celular.—Si tan solo supiera qué hacer ahora.--, repetía en voz alta, absorta en su dificultad y sin preocuparse que la estuvieran oyendo.
Intenté abordarla—reconozco que fue un error--, pero me ignoró y se alejó, todavía luchando con la frustración.
Y el pensamiento apenas previsible: "Tantas personas buscando una salida a su laberinto, y aunque está allí a mano, en nuestro Salvador Jesucristo, no lo buscan". Tal vez piensa lo mismo cada vez que aprecia a millares de personas alrededor viviendo en una amalgama de confusión y desesperanza.
Si conocieran que hay salida al laberinto, más de 1.500 colombianos y 13.000 estadounidenses no se hubiesen suicidado el año pasado, ni las inspecciones de familia de mi amada Santiago de Cali hubiesen registrado 7.266 casos de violencia intrafamiliar. Habría bastado que quienes se encontraban en dificultades, volvieran su mirada a Jesucristo, con confianza y fe, en procura de una solución.
Vivir en Cristo garantiza salida al laberinto
Dificultades siempre saltarán a la vista y pondrán tropiezo, pero es necesario que procuremos una salida del laberinto, y nada mejor que en nuestro amado Salvador Jesucristo. Hay una promesa extraordinaria que encontramos en el texto: "Si permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, lo que quieran pedir se les concederá". (Juan 15:7).
¿Se da cuenta lo que significa? Que si estamos afincados en Cristo, podemos pedir al Padre en la certeza de que responderá a nuestras oraciones. Es un principio de vida cristiana práctica que no podemos desconocer y tampoco desaprovechar.
En su condición de creyente puede clamar al Supremo Hacedor, nuestro amado Dios, en la certeza de que lo oirá. Es tanto como reclamar la cláusula de un contrato. El prometió respondernos, y es lo que vamos a creer en nuestro corazón.
Cada vez que experimente la tentación de volver atrás, le invito para que medite en los primeros versículos del capítulo 15 del evangelio de Juan y encuentre fortaleza en Jesucristo, que conoce, valora y estimula su propósito de cambio. | |
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